miércoles, 29 de junio de 2016

Salvar el bosque más viejo de Europa

En Europa todavía existe un lugar donde no ha llegado la mano del ser humano. Donde se ha dejado actuar en paz a la naturaleza, y se respetan sus ritmos y sus procesos. Un lugar fuera del tiempo donde es posible cruzarse con un bisonte europeo salvaje, donde los lobos cazan en los claros y los linces boreales acechan bajo los troncos caídos de los viejos robles. Un lugar a dónde asomarse a lo que era Europa hace miles de años. Ese lugar es Bialowieza, entre Polonia y Bielorrusia, el mayor pedazo superviviente de los bosques caducifolios que antaño cubrían toda Europa central. Y ahora, el ultraconservador Gobierno polaco ha decidido que hay que talarlo.

El ministro de Medio Ambiente, Jan Szyszko, anunció hace varias semanas que los trabajos habían comenzado, y sus planes dan escalofríos: el límite de extracción de madera se multiplicará por tres, las motosierras entrarán en zonas que estaban excluidas de la intervención humana y se talarán árboles centenarios. No se tocará el Parque Nacional de Bialowieza -que ocupa el 17% del bosque-, pero sí el resto, que está protegido dentro de la red europea Natura 2000 y como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO por sus excepcionales valores universales.

Decenas de científicos polacos y europeos -e instituciones como el Comité de Conservación de la Naturaleza de la Academia polaca de ciencias- llevan meses intentando hacer entrar en razón al Gobierno, y organizaciones conservacionistas como WWF han agotado todos los medios legales posibles para parar los planes. La excusa para poner en marcha la tala masiva es una plaga de escarabajo de la corteza que ataca a las píceas (una conífera), un proceso que ocurre cada 8 o 10 años y que forma parte del ciclo natural de regeneración del bosque.

Cortar los árboles enfermos y retirar los árboles caídos puede tener sentido en un bosque gestionado para la explotación de madera, pero es una atrocidad en un bosque como Bialowieza. Los árboles centenarios, los árboles enfermos, o los troncos caídos, que serán el principal objetivo de las motosierras, son precisamente lo que hacen de Bialowieza un lugar único: se calcula que el 50% de su increíble biodiversidad depende de la madera muerta.

Muchas de las especies de Bialowieza sólo sobreviven allí porque están asociadas con el complejo ecosistema de un bosque primario, con árboles centenarios y grandes cantidades de troncos en descomposición. Las píceas atacadas por la plaga seguirían siendo parte del bosque durante muchos años: dando cobijo y alimento a multitud de especies, y devolviendo sus nutrientes al suelo para que crezca la siguiente generación de árboles.


El plan del Gobierno polaco va contra el conocimiento científico y vulnera las Directivas europeas de la naturaleza, por su grave impacto sobre hábitats y especies protegidas por la UE. También pone en peligro los elevados ingresos por turismo de todas las personas que se acercan hasta ese lugar remoto de Polonia atraídos por la magia del bosque.

Esta semana, las ONG enviamos a la Comisión Europea una carta pidiéndoles que actuaran urgentemente para proteger Bialowieza, acelerando las medidas legales para detener a Polonia. ¿Si no podemos salvar de la tala masiva al bosque más viejo del continente, de qué sirven las leyes de protección de la naturaleza? El caso de Bialowieza es un claro ejemplo de que no hay que cambiar las Directivas de la naturaleza, tan sólo asegurarnos que se cumplen, como reclamamos en nuestra campaña #NatureAlert.

El biólogo Edward O. Wilson escribió que "destruir un bosque lluvioso por beneficio económico es como quemar un cuadro del Renacimiento para cocinar". Seguro que diría lo mismo de este tesoro de Europa y de toda la Humanidad, protegido desde el siglo XV de la mano del ser humano. Y mientras los políticos europeos callen, las motosierras seguirán invadiendo con su rugido el bosque más viejo de Europa.

Gema Rodríguez, del Programa de Especies de WWF.

Fuente: El Mundo 

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